NO TODO ES LO QUE PARECE

Vivimos en una sociedad muy compleja, mucho más de lo que pueda parecer, convivimos con ciudadanos muy dispares, a veces,  ni siquiera conocemos a nuestro vecino de al lado o a nuestro compañero de trabajo y aunque parezca increíble, es frecuente que no nos conozcamos ni a nosotros mismos. Lo que aparentamos y lo que realmente somos, no siempre va en consonancia. La mente humana es maravillosa, capaz de ser el motor de los actos más extraordinarios, pero en otras ocasiones, ese potencial que nos diferencia del resto de las especies, se utiliza de manera aberrante.

Existen personas que exteriorizan su comportamiento y nos pueden ofrecer una idea bastante aproximada de cuál  sería su conducta en determinadas situaciones,  otras resultan ser más reservadas, pero seríamos capaces también de anticipar su reacción en diferentes contextos, una vez que hayamos compartido un mínimo de tiempo junto a ellas. Por último, estarían las que nos ofrecen una imagen que no tiene ninguna similitud con las acciones que pueden llegar a realizar, ya que sus problemas personales, su sufrimiento, su soledad o sus frustraciones, alimentan su malestar interno, que termina convirtiéndose en el odio que será el caldo de cultivo de comportamientos destructivos, los cuales tendrán como consecuencia el surgimiento de incidentes de extrema gravedad.

En este artículo quiero hacer referencia a la figura del asesino múltiple. Todos conocemos hechos lamentables que han sido protagonizados por  individuos capaces de llevar a cabo actuaciones salvajes, crueles e  impropias de un ser humano.

Este tipo de asesinos, en su  mayoría, no tienen diagnosticada ninguna patología mental grave, aunque cuesta mucho esfuerzo creer que no la tengan, aun así, podemos afirmar que su mente no está sana, a pesar de no tener ningún informe oficial que así lo acredite. Están totalmente descontrolados, perturbados, siendo habitantes muy peligrosos para la sociedad.

Podríamos encontrarnos con alguna manifestación de su animadversión hacia algo o hacía alguien o tener algún indicador que nos pueda hacer sospechar de sus probables respuestas desmesuradas e inhumanas en determinadas circunstancias, pero es muy frecuente que pasen totalmente desapercibidos debido a la ausencia de señales de alarma que nos permitan anticiparnos a sus actos crueles, llevan una vida común y corriente en la que camuflan sus ideas perversas.

Las personas que se sienten humilladas por la sociedad, que viven aisladas, atrapadas en sí mismas, que se sienten ridiculizadas, que no tienen una familia donde acudir o han fracasado al tenerla, que no tienen amigos o compañeros en los que confiar, que su  trabajo les supone una tortura y además está mal remunerado,  pueden ser «bombas sociales», porque estos sentimientos, originados por su situación vital, son elementos potenciadores que les pueden conducir a cometer auténticas barbaridades. No cualquiera tendrá una reacción tan maligna ante esas sensaciones, por supuesto, sabemos que el mismo estímulo no provoca siempre la misma respuesta, dependerá de quién lo sufra.

La reacción mayoritaria de la población cuando se encuentra en una situación psicológica inestable, será intentar encontrar soluciones racionales para ordenar su caos mental, afortunadamente, como puede ser pedir ayuda a sus semejantes, sin embargo, en otros casos y de forma lamentable, se resuelve mediante un desenlace trágico, los afectados  deciden abandonar este mundo sin provocar daño a nadie, exceptuando a ellos mismos,  porque no han conseguido encontrar una salida a su encierro, a su sufrimiento prolongado y deciden escapar de un lugar inhóspito que les pone las cosas muy difíciles para vivir en paz, su ruido mental termina siendo insoportable y deciden poner fin a su agónica situación interior.

Continúo haciendo mención a los seres perturbados, vacíos, que anhelan el  protagonismo y se organizan para tenerlo a cualquier precio, dando rienda suelta a su locura, con el único objetivo de descargar su ira ante personas que simplemente, han tenido la desgracia de cruzarse en su camino el día señalado. También podemos tener entre nosotros a los que han decidido elegirse héroes de su propia historia y desean salvar al mundo de una manera atroz, descarnada e irracional de quien sus mentes deformadas consideran los enemigos del planeta.

En definitiva, debemos ser conscientes de que estas personas viven entre nosotros, los podemos tener cerca y no darnos cuenta, pueden ser cualquiera, desde el piloto del avión que nos lleva de vacaciones, hasta el paisano poco hablador con el que coincidimos todos los días tomando café antes de ir al trabajo, pasando por el compañero de pupitre de nuestros hijos o hijas, quién sabe quién puede ser, quién sabe qué ronda dentro de esas cabezas.

Quiero enfatizar mi deseo absoluto de no sembrar el pánico, únicamente describo una realidad social, porque los incidentes con múltiples víctimas ocurren, como bien sabemos, lo que pasa, es que los seres humanos pensamos que toda tragedia ocurrirá en otro lugar y a otra persona, nunca en nuestro entorno, pero no estamos exentos de nada en esta vida. Vivamos relajados, disfrutemos de nuestra existencia, pero alarguemos un poco la mirada y atendamos a lo que tenemos cerca, no vaya a ser que estemos jugando al parchís con un lobo solitario y creamos que es una persona inofensiva que simplemente tiene tendencia a vivir al margen de los gustos y las costumbres populares.

No es bueno utilizar y guiarnos por el lema “aquí nunca pasa nada”, quizá sea una temeridad, todos los lugares donde habitan personas están sujetos a la irracionalidad del ser humano,  podemos citar algún incidente o alguna masacre con el fin de despertar nuestras conciencias, como el protagonizado por el terrorista  Anders Breivik en año 2011, quién mató a 77 personas, 8 en la ciudad de Oslo y seguidamente a 69 en la isla de Utoya. Todo ello ocurrió en Noruega, un país con una tasa de criminalidad muy baja, que vivió una horrible  pesadilla. Existen muchos más casos, sería cuestión de consultarlos en las diversas y valiosas fuentes de información de las que disponemos, el objetivo principal de este artículo es agitar conciencias sobre estos acontecimientos, no desglosar incidentes, ni aportar información técnica.

Para finalizar, me gustaría hacer un llamamiento a los lectores, con el fin de incentivar una actitud colaboradora  e intentar alcanzar  una detección precoz, la prevención es algo capital que nos permitirá adelantarnos a estos escenarios trágicos.

Cabe destacar, que los protagonistas de estas desgracias tienen perfiles psicológicos variados y edades muy diversas, prestemos atención a conductas, expresiones inusuales  o alarmantes que nos pueden llevar a sospechar que algo no va bien en la mente de una persona, de ese modo, colaboraremos para tener una sociedad más segura, pero también podremos ayudar a quien se encuentre mal e impulsarle a seguir adelante, porque la salud mental es la base fundamental de nuestro comportamiento.

Es transcendental observar a quien tenemos al lado, con algo tan sencillo podríamos prevenir comportamientos salvajes en algunos casos, en otros, entregaríamos la llave adecuada para  abrir la puerta de una mente encerrada, porque todos los desequilibrios mentales no deben desembocar en mares trágicos, donde existe un problema hay que encontrar una solución.

A veces miramos pero no vemos, a veces oímos pero no escuchamos, a veces sentimos pero ya es tarde.

La clave correcta para vivir es actuar, no introduzcan esperar, porque de ese modo no desbloquearán  su sistema operativo.

“Recordemos que  el éxito es ir de fracaso en fracaso sin dejar de intentarlo”

@elcaminoderapeni Raúl Pérez Nieto

2 comentarios en “NO TODO ES LO QUE PARECE”

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