La línea azul me marca la dirección, basta con poner los ojos sobre ella para que me vaya regalando consejos. Sabe que cuando la miro, mis emociones pueden ser diferentes, siente mi agotamiento, conoce mis preocupaciones, pero siempre me invita a observarla, nunca se borra, es permanente, es constante.
Cuando me salgo del carril de la línea, me puedo chocar de frente, dar rodeos innecesarios, gastar mucha más energía de la que necesito y entonces tengo dos opciones, seguir o abandonar.
Ella solo me pide que siga, en ocasiones que sufra un poco, porque sufrir es necesario para progresar, pero también me pide calma o relajación cuando es consciente de esa necesidad.
Ella sabe que es mi camino, el lugar donde tengo que estar atento, es decir viviendo el presente, el aquí y el ahora. Si me voy al pasado me agarra, si me voy al futuro se enfada. Esta línea me va dejando claro en cada instante, que antes de contemplarla me deshaga de todo lastre que pueda llevar conmigo, porque si no lo hago me costará demasiado acompañarla, quizá me resultará imposible.
A esta maravillosa marca longitudinal, que se aprecia perfectamente, solamente debo prestarle la concentración para que me conceda sentimientos extraordinarios, me invite a superar mis límites, llegando a provocarme una dependencia sobre ella, la tengo que visitar con frecuencia, si no lo hago, faltará algo en mi cuerpo, ya que mi rumbo, mi equilibrio y mi sensatez, se verán afectados.
La línea azul está en el fondo del agua y cuando me fijo en ella me acompaña el silencio, un silencio muy elocuente, con un mensaje excelente, ella es consciente de que mi cabeza está sumergida en un medio distinto al habitual y que necesito coger oxígeno cada varias brazadas para volver a mirarla, me da permiso para ello, sabe que coger oxígeno es necesario para el funcionamiento de mi cuerpo, sabe que mi mente, en ocasiones, pide más oxígeno del que realmente necesita y me enseña a aguantar el aliento en momentos difíciles, evitando que pulse demasiado pronto el botón de emergencia, todavía no es el momento, no lo necesito aún.
La línea azul está trazada para progresar, se puede progresar y no avanzar, si, la opción de avanzar no siempre es la más inteligente, hay trenes que no son para mí y lo ideal es que no me suba, por ello, a veces me indica que haga un viraje contundente para nadar hacia la otra dirección, advirtiéndome que elegir bien el camino es muy importante, la alternativa es la deriva, lo que me podría llevar a estar perdido, siempre me recuerda intensamente que tome una dirección adecuada, que realice el movimiento necesario y que lo haga con un significado concreto.
He dicho que la línea es permanente, tan permanente que aunque no la vea, la estoy visualizando, porque ella se encarga de meterse en mi cabeza, por eso siempre la intento buscar y si no la encuentro me voy a nadar inmediatamente, porque allí estará ella, siempre esperándome, para decirme que controle mi mente y comience de nuevo a dar brazadas.
«Recuerda que el éxito es intentarlo»
@elcaminoderapeni Raúl Pérez Nieto
Me parece muy buen artículo.
¡Muchas gracias!