Seguro que muchos lectores recuerdan la imagen de José Antonio Ortega Lara momentos después de haber sido liberado de un zulo situado debajo de una máquina de 3000 kg de peso, en el que estuvo encerrado durante 532 días, recibiendo un trato inhumano, degradante y humillante por parte de la banda terrorista ETA, es una imagen sobrecogedora que ofrece la mirada perdida y la incredulidad de una persona que tuvo el valor y la capacidad de tolerar un nivel de sufrimiento que sería inalcanzable para la mayoría de los seres humanos que habitan este planeta.
La “Operación Delfín- Pulpo”, alcanzó su principal objetivo en el momento en el que los agentes de la benemérita localizaron a un hombre de aspecto famélico en el interior de un “cuartucho” subterráneo cuyas condiciones de salubridad eran ínfimas, este hombre, les rogaba insistentemente que lo matarán de una “puta vez”, hasta que se percató de que los allí presentes eran los guardias tenaces en los que siempre había confiado y que habían venido a rescatarle. El operativo descrito fue desarrollado en el año 1997, involucró a un gran número de componentes del Instituto Armado Español, dispuestos a asumir los sacrificios y los riesgos necesarios con el objetivo fundamental de “devolver a la vida” al funcionario de prisiones sometido a unas condiciones de vida infrahumanas que le hubieran conducido hacia la muerte de no haber sido por la sobresaliente intervención de los “guerreros de verde”. El acontecimiento conmocionó, estremeció e impactó brutalmente sobre los sentimientos de una gran parte de la población mundial.
En el año 2004, el subinspector del Grupo Especial de Operaciones (GEO), perteneciente a la Policía Nacional, Francisco Javier Torronteras, fue asesinado en Leganés cuando se encontraba en acto de servicio enfrentándose a los terroristas yihadistas, que días antes, concretamente el 11 de marzo, habían provocado una catástrofe humana de una magnitud escalofriante en la ciudad de Madrid, dejó a dos hijos huérfanos y a una mujer viuda, él no dudó en ningún momento en cumplir con su deber y en mantener su posición hasta el último instante de su vida, su único propósito era defender del mal a su nación. Siento orgullo y gratitud hacia este noble y honrado policía, demostró con determinación, generosidad y profesionalidad su vocación de servicio.
Miles de Policías y Guardias Civiles salen a diario a las calles de nuestro país para garantizar la seguridad del resto de ciudadanos, acuden a numerosas llamadas y se dirigen hacia el peligro cuando otros tratan de evadirlo, muchas de sus intervenciones no llegan a conocerse, ni siquiera a reconocerse de una manera digna, pero solucionan múltiples problemas que surgen a cualquier hora del día, algunos de una elevada complejidad, porque el malo no les espera con una rosa a la vuelta de la esquina, es mucho más probable que ese recibimiento se haga con objetos y comportamientos que supongan una seria amenaza para su integridad física, pero no por ello dejan de acudir allá donde se les necesita, son conscientes de que el riesgo comunica la entrada en servicio a la vez que ellos y acatan esta circunstancia con naturalidad y entereza, a pesar de estar desprovistos, en demasiadas ocasiones, de los medios materiales, legislativos y humanos que les permitan protegerse a sí mismo para conseguir proteger a los demás.
En 2024 se produjo el asesinato de Miguel Ángel González y David Pérez en la localidad de Barbate (Cádiz), estos dos Guardias Civiles salieron a la mar para enfrentarse al narcotráfico y fueron arrollados de una manera cruel, miserable y cobarde por los indecentes tripulantes de una narcolancha, nadie podrá recompensar sus pérdidas que podrían y deberían haberse evitado. Sus familiares, compañeros, amigos, y ciudadanos de bien, sentimos indignación, rabia e impotencia cuando visualizamos las imágenes en las que se aprecia la alevosía con la que unos malnacidos les envistieron. Se enfrentaron de una manera totalmente desproporcionada a unos criminales sin escrúpulos, que eran sabedores de la carencia de medios de las fuerzas del orden y de las leves consecuencias que tienen sus actos aberrantes. A pesar de todo no huyeron, sabían que su misión era demasiado arriesgada y que les podía costar la vida, pero se enfrentaron a ella de una manera heroica, hoy lamentablemente no están entre nosotros, jamás deberíamos olvidar su gran hazaña.
Se me vienen a la cabeza los innumerables servicios que” maderos y picoletos”, cuerpos hermanos, han prestado a nuestra patria. Tengan claro que les gratifica ser útiles a los demás sin esperar nada a cambio, la satisfacción del deber cumplido es su ansiada recompensa, su compromiso y su entrega no tienen precio, esos valores nadie se los proporciona, simplemente los llevan dentro. Estas dos instituciones tienen un rendimiento admirable y son imprescindibles, por ello su valoración social es tan elevada, en ellas pueden habitar casos muy excepcionales de comportamientos inadecuados, como en toda gran corporación, pero estas conductas son muy aisladas y nunca podrán borrar el mérito indiscutible de su gran labor, son uno de los pilares principales en los que se sostiene nuestro Estado de Derecho.
Me gustaría y debería nombrar y explicar minuciosamente cada una de las intervenciones en las que Policías Nacionales y Guardias Civiles perdieron su vida, pero mi deseo es utilizar un formato que no sea demasiado extenso, aun así quiero resaltar que todos ellos, desempeñaron su labor con pasión y lealtad y estoy totalmente convencido que se les ha reservado algún lugar privilegiado desde el que nos observan, nos guían y nos cuidan, este artículo es por y para ellos.
Por lo tanto, después de esta breve y a mi juicio emotiva exposición, que ejemplifica de manera clara las consecuencias de la encomiable labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, solicito encarecidamente a los gobernantes de España que demuestren, sin son capaces, que los Policías Nacionales y los Guardias Civiles no se juegan la vida, que demuestren que no han entregado su alma por servir a los demás dejando familias destrozadas por el camino, que demuestren que su labor diaria no tiene penosidad, que demuestren que no tienen secuelas físicas y psicológicas derivadas de sus actuaciones, en definitiva que demuestren que su trabajo no es una profesión de riesgo, no lo pueden demostrar de ninguna manera, lo saben perfectamente, aunque alguno o alguna lo intentará, porque parece que la moda es tapar una mentira con otra mentira más grande para continuar teniendo poder. Están destrozando las instituciones utilizándolas para su servicio personal, no respetan ni reconocen el trabajo de los jueces, parece increíble que algún mandatario vistiera la toga hasta hace poco tiempo, trabajando en beneficio de la verdad y ahora, su mayor preocupación sea aliarse con la indecencia, es una gran decepción, una verdadera lástima ver la decadencia moral de una persona con el fin de agarrarse a un puesto de trabajo que no necesita para vivir. Ministro, tenga claro que muchos policías confiaron y valoraron su trabajo como juez, pero lamentablemente, les ha fallado estrepitosamente, porque usted está demostrando de manera cotidiana que el fin justifica los medios, error garrafal, como usted bien sabe y que probablemente le impedirá volverse a poner la toga por la que tanto luchó en épocas pretéritas.
No es admisible que existan cuerpos policiales autonómicos o municipales que estén catalogados de riesgo y los cuerpos principales del Estado no lo estén, eso se denomina discriminación y que no nos cuenten “milongas” para justificar lo injustificable, porque cuando actúa un asesino los de verde y los de azul resuelven, cuando hay una pandemia se implican, cuando hay un atraco aparecen, cuando hay una DANA se dejan la piel, cuando hay un atentado intervienen, investigan y detienen y cuando les tienen que proteger a ustedes también lo hacen de una manera muy profesional, a pesar de la grave desconsideración que tienen hacia ellos.
Les invito a patrullar una noche por el distrito de Vallecas, a pasar una tarde por Las Tres Mil Viviendas de Sevilla, a que acudan a una llamada en la que les reciba un enajenado mental con un cuchillo o a que asistan a un escenario donde unos malvados terroristas estén asesinando cruelmente a personas inocentes que transitan por la vía pública. Me gustaría saber que sienten, observar su reacción, les pediría que me mirarán fijamente a los ojos y que me dijeran en ese momento que la profesión más apasionante del mundo no es una profesión de riesgo, no serían capaces de sostenerme la mirada, su verborrea habitual de las tribunas acomodadas sufriría un prolongado apagón.
No olviden nunca que hay colectivos formados por personas que los demanda el honor y obedecen, que los requiere el deber y lo acatan, a esos mismos colectivos pertenecieron en su día grandes seres humanos que fueron fieles al juramento que empeñaron, por eso como valientes lucharon y como héroes murieron, para mí son mis hermanos y hermanas, desempeñan y desempeñaron una profesión de riesgo que debe ser reconocida como tal urgentemente, porque sencillamente tienen derecho a ello.
¡VIVA LA POLICÍA NACIONAL Y VIVA LA GUARDIA CIVIL!
¡RECUERDA QUE EL ÉXITO ES INTENTARLO!
@elcaminoderapeni Raúl Pérez Nieto
Excelente
Gracias Isaac❤️
Que GRAN VERDAD amigo, se puede decir más alto pero no más claro.Lamentablemente somos moneda de cambio gobierne quien gobierne,nos han llamado «superfluos…piolines etc» pero acudimos cuando nos requieren sin pensar en el daño que nos han hecho.
Como dice quien tu sabes…»SERVICIO ES SACRIFICIO»
Grande Rapeni💪
Muchas gracias ❤️
Sencillamente impresionante hermano.
Ya la había leído, sinceramente palabras de una inmensa calidad.
No se puede escribir mejor hermano, más claro es imposible.
Un abrazo grande hermano.
Gracias hermano ❤️