Zona lúgubre, aceras degradadas, kioscos sin actividad abiertos hasta altas horas de la madrugada, olor a maresía, sobresaltos acústicos provocados por los “chirridos” de las gomitas, mansiones construidas en la periferia de una pequeña ciudad que ofrece el aspecto de una barriada interminable, donde se observan numerosas calles estrechas que dibujan laberintos urbanos difíciles de transitar y que son trazados durante todas las noches por las furgonetas azules del orden.
Estamos a la sombra de una piedra que está habitada por personas que hablan un inglés con acento andaluz, un lugar donde conviven miseria y lujo, donde el coche que se conduce tiene más valor que la casa donde se vive, donde su paseo marítimo está custodiado por jóvenes cuyo cometido es observar a los que vigilan, además de transportar y almacenar lo que va llegando desde la autovía acuática. Nos encontramos en el lugar donde probablemente existan más “guarderías” por metro cuadrado de todo el territorio nacional, lástima que estas guarderías no estén destinadas a dar cobertura educativa y sean simples almacenes de productos nocivos y delictivos que sostienen gran parte de la economía local.
Es habitual ver a padres insultantemente jóvenes ataviados con adornos de oro, material que los distingue y que lucen para aparentar poderío mientras escuchan una mezcla de flamenco y reguetón, música a la que algunos llaman flamenco urbano. También forman parte de este paisaje gaditano, los que desgraciadamente se convirtieron en esclavos de la droga, deambulan entre sus rincones con el objetivo de calmar los efectos de la adicción que les tiene atrapados en un pozo sin salida.
Vuelcos, alijos, fardos, chuzos, petacas, farlopa, “putas” o gomitas fueron palabras demasiado habituales para algunos niños que se criaron en la Atunara, en San Bernardo o en los Junquillos, crecieron con escasos o nulos controles familiares y sociales, recibieron demasiados malos ejemplos, interiorizaron que su futuro dependería de su habilidad para transportar sustancias como el hachís y la cocaína y de su pericia para escapar de los agentes de la ley. Les indicaron que el narcotráfico era el camino a seguir y que debían prepararse a conciencia para ello, lamentablemente, así lo hicieron y se convirtieron en adultos delincuentes, muchos terminaron habitando diferentes penales, como la famosa prisión de Botafuegos, otros consiguieron mucho dinero en poco tiempo que nos les sirvió de nada, sus “majaderías” tuvieron consecuencias mortales y abandonaron este mundo de manera precipitada.
La Línea de la Concepción (Cádiz) precisa de la actuación de las fuerzas del orden y eso se está ejecutando de un manera brillante, a pesar de la escasez de los medios que disponen. La situación que se vive en ese municipio es compleja, se trata principalmente de un problema de arraigo cultural, allí predominan unos valores y una filosofía de vida que normaliza la actividad delictiva como sistema de sustento. Revertir esta situación es una tarea muy complicada, quizá utópica, la solución podría ser trabajar con decisión y determinación sobre la raíz del asunto, por ejemplo, aplicando políticas que impulsen actividades formativas orientadas a obtener un futuro laboral. La tasa de desempleo es escandalosa, ronda el 30%, pero conseguir un trabajo no es la prioridad más destacada de la mayoría de ciudadanos linenses, no le encuentran ningún sentido a trabajar ocho horas diarias con sus respectivos madrugones para recibir una cantidad de dinero que consideran ridícula, cuando la comparan con la que obtienen por dar un paseíto en barco acompañados de unos cuantos ladrillos marrones, se les llena la boca de sonoras carcajadas. Discúlpenme los ciudadanos honrados de la zona por estas afirmaciones, generalizar es muy arriesgado, pero he podido observar como esta corriente está demasiado extendida y muy consolidada, por ello considero que los vecinos de bien empadronados en el lugar son los mayores interesados en revertir la situación con la que conviven a diario, menos droga y más trabajo, menos colgantes de oro y más libros.
Aceptar realizar actividades criminales para “llenar cómodamente la saca” es muy arriesgado, el dinero fácil es una trampa que enmascara el vacío personal y la mediocridad. El lujo más grande del que disponemos se llama tiempo en libertad, nuestro tesoro más preciado es la compañía de nuestra familia y de nuestros amigos, esos bienes no se pagan ni con mil descargas de “coca”. La vida es demasiado breve, valoren su libertad y aprovechen su tiempo, porque la gloria y la “mierda” están demasiado cerca cuando caminas sobre una cuerda podrida.
«Recuerden que el éxito es intentarlo»
@elcaminoderapeni Raúl Pérez Nieto
Muy bueno Raul.
Muchas gracias.
Realidades cómo puños.
Me ha encantado tu forma de narrar hermano.
Eres conocedor experto del territorio. ❤️
Muy buen articulo maquina..
Hemos conocido el terreno de la mano, gracias Vaquerín.
Ostra!!!! Raúl, gran pequeño resumen de un día a día en esa zona. Es triste ver los valores tan arraigados en los servidores de la paz, pisoteados hasta la más absoluta mediocridad. Enhorabuena por vuestro trabajo y por el » pequeño, gran resumen». Un abrazo.
Hola Gustavo, muchas gracias por tu comentario, comparto totalmente lo que escribes.
Vivimos tiempos complicados, como bien sabes, al menos, tenemos el privilegio de vivir en un país donde tanto el Ejército como las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad están llenos de buenos profesionales, a pesar de las adversidades.
Un fuerte abrazo amigo.
«Tiempos difíciles crean hombres fuertes, los hombres fuertes crean tiempos fáciles, los tiempos fáciles crean hombres débiles, y los hombres débiles crean tiempos difíciles»
Michael Hopf
Correcto